martes, 18 de abril de 2017

VIRACOCHA


Para el mundo andino de los tiahuanacotas y otras culturas previas a los Incas, Viracocha era el Creador, el Dios absoluto. Viracocha, Wiracocha o Huiracocha es un dios venerado con diversos nombres y representado de variadas formas que aparece en la Puerta del Sol de Tihuanaco, en la Estela Raimondi de los Chavín, en los tejidos de Karwa de Paracas, en las urnas ceremoniales de Wari y en el Templo de Koricancha de los Incas. En los mitos y leyendas aparece como creador u ordenador del mundo. Uno de los mitos narra que, en un inicio, Viracocha hizo el cielo y la tierra, poblándola de plantas, animales y hombres primitivos que vivían en oscuridad y desorden. El mito sugiere que Viracocha era alto, robusto, blanco, con abundante cabello rubio y barbado, características que no existen en la fisionomía del hombre andino. Viracocha era un maestro de la ciencia y la magia, arquitecto y escultor. Viracocha, también llamado “dios de los báculos” o “dios de las varas”, tenía el nombre completo de Apu Qun Tiqsi Wiraqucha. En quechua, “apu” significa “señor”, “tiqsi” significa “fundamento, base, inicio”; y “wiraqucha” proviene de la fusión de dos vocablos: “wira”: grasa; “cocha”: lago, mar, laguna. Otros historiadores opinan que el nombre correcto es WAIRACOCHA, que en quechua, “waira” significa “viento”. La multiplicidad de crónicas, de diversas fuentes, zonas y períodos, hace imposible una síntesis unificada de todas las ellas. Sin embargo, y aunque en alguna medida incompatibles, es posible trazar un hilo común. Se dice que Virachocha apareció en la isla del Sol del lago Titicaca, y después se dirigió hacia Tiwanaku, donde estableció su asentamiento, y en un primer momento creó: “el mundo oscuro y sin sol ni luna ni estrellas; y por esta creación le llamaron Viracocha Pachayachachic que quiere decir Creador de todas las cosas” (Krickeberg, 1971:185). Una vez hecho eso Viracocha “moldeó” una raza de gigantes monstruosos (quienes habrían erigido la ciudad de Puma Punku), deformes por su gran tamaño, para ver si era conveniente crear a los hombres de ese porte. Ante esto, el mito cuenta que Viracocha reflexionó y dijo: “No es bien que las gentes sean tan crecidas; mejor será que sean de mi tamaño”. Y así creó a los hombres a su semejanza – tallando en piedra las figuras del primer hombre y la primera mujer, y que al darle nombres, éstas cobraron vida -, y estos comenzaron a vivir en la oscuridad. Viracocha mandó a esos hombres a vivir bajo un precepto, con la advertencia que si lo quebrantaban, los hombres serían “castigados y confundidos”. Pero nacieron entre los hombres algunos con vicio y con codicia, por lo que rompieron el precepto, y Viracocha, en castigo, los condenó. “Fueron unos convertidos en piedras y en otras formas, a otros tragó la tierra y a otros el mar, y sobre todos cayó el diluvio universal llamado pachacuti”. El diluvio duró sesenta días y sesenta noches y la leyenda dice que se ahogaron todas las cosas creadas sobre la Tierra. Una vez terminado el Diluvio, Viracocha, creó al Sol (Inti), a la Luna (Mama Quilla) y las estrellas, y decidió crear nuevamente a los hombres con la ayuda de tres asistentes, a quienes delegó también las tareas secundarias de la creación de los animales, las plantas y las flores: “Pasando el diluvio, y seca la tierra, determinó el viracocha de poblarla por segunda vez, y para hacerlo con más perfección determinó crear luminarias (…) Entonces mandó a que saliese el sol, la luna y estrellas y se fuesen al cielo para dar luz al mundo. Y así se hizo, y dicen que la Luna iluminaba más que el sol y este celoso, lanzó un puñado de cenizas a ella” Luego Viracocha, queriendo dejar esta tierra, informó a la gente sobre las muchas cosas que habrían de suceder. Les dijo que con el tiempo habrían de venir gente diciendo ser Wiracocha y a los cuales no les deberían de creer. Y dicho esto, Viracocha junto con sus ayudantes se reunieron en la costa, bajo la línea equinoccial cerca al Ecuador, y se dirigieron hacia el mar, “caminando sobre las aguas, como por la tierra, sin hundirse” y se alejó con sus ayudantes en la inmensidad del océano. En su rol como civilizador de pueblos originarios, su semblante “caucásico”, sus discursos proféticos y su salida por el mar, el mito de Viracocha guarda una similitud milimétrica con la leyenda de Cē Ácatl Tōlpīltzin Quetzalcóatl, Rey de Tula.